¡Bienvenidos al mundo de la literatura Infantil!

Integrantes:

1.   Chim Eb Adriana Yaquelin

2.   Canto Manrique Monica Beatriz

3.   Crespo Maldonado Arlenn Isabel

4.   Eric Eliezer Dzib Chan


 


Introducción

La literatura infantil como pasatiempo o forma de recreo queda consolidada en el s. XVIII con las fábulas de Iriarte y Samaniego

La literatura infantil y Juvenil (LIJ), entendida esta como las obras de creación para niños y jóvenes (y las escritas por estos colectivos) y exceptuando los textos de carácter educativo, atraviesa en la actualidad un gran momento. Los organismos oficiales han tomado conciencia de su importancia en la formación de la personalidad, como fomentadora de la creatividad y trasmisora de valores ; escritores, ilustradores y editores se han dado cuenta del número potencial de lectores dentro de este segmento de población y de la exigencia de los mismos y, conscientes de que el público joven “que no ha sido captado a edades tempranas difícilmente lo será después”, tienen especial interés en su conocimiento para elaborar una producción que se adecue al mismo


Objetivos.

Este Canon literario tiene como objetivo ofrecerle a los docentes y alumnos en formación una selección de cuentos infantiles y juveniles con propuestas de lectura, para emplear en sus planeaciones y promover la lectura en los alumnos de educación primaria.


Justificación

El canon literario es una cuestión bien antigua, por más que fuera el crítico estadounidense Harold Bloom quien la pusiera de moda con su polémico libro El canon occidental (1995). El canon, definible como la voluntad de seleccionar en un corpus limitado a los mejores escritores y de relegar a los autores incompetentes, responde, asimismo, como sostiene Bloom (1995, 25) a un criterio restrictivo, un repertorio limitado y abarcable, ya que el que lee debe elegir, puesto que literalmente no hay tiempo suficiente para leerlo todo, aunque uno no hiciera otra cosa.

Se decidió realizar este canon literario con la intención de promover la lectura infantil y juvenil, seleccionando diferentes cuentos, que pueden ser utilizados dentro de las planeaciones escolares, por tal motivo en este canon está conformado con los datos del cuento, incluyendo el link de donde se puede obtener el cuento, una reseña de lo que trata y por ultimo una propuesta de lectura, donde se explica para que edad o grado puede ser utilizado y de qué manera se puede emplear dicho cuento.

Es muy importante comentar que la selección de los cuentos nos basamos en las “Claves para la selección de libros infantiles y juveniles” de las autoras Cecilia Bajaour y Marcela Carranza.


Criterios de selección:

1. Información y formación.

El maestro debe tener inquietud por formarse e informarse sobre los géneros, temáticas, autores de prestigio y principales colecciones de la Literatura Infantil.

2.- Calidad literaria del texto.

El libro elegido ha de ayudar a desarrollar el gusto estético, estimular la afición por la lectura y el descubrimiento y fomentar la creatividad.

 3.- Calidad de las imágenes.

La parte gráfica del libro ha de despertar la imaginación para lo cual se han de ofrecer variedad de técnicas y estilos para enriquecer la sensibilidad del lector. Se buscará la armonía de las ilustraciones con el relato: ¿lo complementa?, ¿lo enriquece?, ¿entorpece su interpretación? Las imágenes han de poseer carácter narrativo propio y cada una habrá de estar acorde con el contenido de la página. Habrá de existir proporción entre texto e imagen, en función de la edad.

 4.- Personajes.

Han de ser apasionantes, bien caracterizados psicológicamente, con los que sea apetecible identificarse y que impacten al lector por sus actitudes y sentimientos, más que por sus acciones.

 5.- Ambientes.

Sean reales o fantásticos, habrán de ser siempre verosímiles y convincentes.

 6.- ¿Descripción, narración, diálogos...?

Aunque con la edad la proporción aumentará, los textos tendrán más acción que descripción, y los diálogos serán frecuentes para incrementar la agilidad y amenidad.

 7.- Lenguaje.

El lenguaje será enriquecedor y se adecuará al nivel comprensivo y madurativo de cada lector. Se jugará con los dobles sentidos, juegos de palabras y demás recursos creativos para potenciar el humor.

 8.- Temática.

Se ofrecerá a los niños un abanico lo más amplio y variado de temas y planteamientos, tanto en los argumentos como en los conflictos a los que se enfrentan los protagonistas, valorando la verosimilitud y la honestidad con que se trate el tema. Se valorará especialmente la sensibilidad y delicadeza con que se traten temas como la muerte, el aborto, el divorcio, la violencia doméstica, las drogas o el sexo.

 9.- Géneros.

También aquí se buscará la variedad, huyendo del tópico encasillamiento de las lecturas infantiles en el género narrativo. El teatro, la poesía, el ensayo, el cómic y los libros informativos estarán presentes de modo equilibrado en nuestra selección.

 10.- Aspectos formales.

Es fundamental tener en cuenta los aspectos externos del libro: diseño de la cubierta, tipografía (tipos y tamaños de letras), papel (calidad, textura, tintura), encuadernación, maquetación, ilustraciones, prólogos, notas...

 11.- Rigor científico, objetividad y actualidad del contenido.

En las obras de referencia, consulta y documentales, pero también en los libros de imaginación o creación.

 12.- El destinatario

La edad del lector hay que tenerla en cuenta, pero nunca como criterio definitivo, pues es más importante valorar su momento evolutivo desde el punto de vista psicológico, sus gustos, su historial lector y su nivel de conocimiento.

Referentes Teóricos 


La autora (Colomer, 1999) menciona que el acceso a los textos literarios desde la edad infantil ayuda a que los niños desarrollen una conciencia narrativa desde edades muy tempranas, lo que hace que posean una serie de expectativas sobre la conducta de los personajes. En términos de cultura, a esa edad los personajes ya forman parte del mundo real de los niños y permanecen en sus referencias sobre el mundo como una herencia cultural compartida con los adultos. Este es uno de los primeros aspectos que permite a los niños experimentar la literatura como una forma cultural compartida, lo que les hace sentirse parte de una comunidad de lectores junto con las demás personas de su entorno cultural.

El autor (Donnan, 2005) menciona que los libros literarios para los más pequeños generalmente son libros ilustrados y las ilustraciones de esos libros cuentan también lo que el texto cuenta. En un libro ilustrado las ilustraciones son acordes al texto y contribuyen a iluminar, amplificar, ejemplificar, extender este texto

El autor (Garralón, 2013) menciona que los libros infantiles se componen, por lo general, de un texto y una serie de imágenes. La combinación de ambos da como resultado un artefacto, un complejo material de lectura. El texto se presenta variado en tipografía, con una disposición espacial fragmentaria que alterna títulos con subtítulos e informaciones de interés con otras más anecdóticas. Se incluyen también muchos elementos como índices temáticos o analíticos, bibliografía, glosarios y apéndices. Las imágenes a veces acompañan al texto y otras presentan una lectura independiente del mismo. Juegan con el color y el espacio, y se combinan con otros recursos como gráficos, dibujos, fotos, esquemas, tablas, reproducciones de mapas, fotografías, etc.

El autor (Cerillo) en su libro “Educación literaria y canon escolar de lecturas” menciona que cualquier canon literario debiera incluir obras de literatura infantil y juvenil (en adelante LIJ), y cualquier canon escolar de lecturas debiera ofrecer clásicos, porque todos los componentes de una colectividad deben sentir que el mundo que transmiten esas obras es también propiedad de ellos. Además, la formación humanística debe sustentarse, entre otros pilares, en la lectura de los clásicos, porque:

1. En sus historias y en sus textos están contenidas buena parte de la cultura y la

tradición del mundo.

2. Son modelos de escritura literaria.

3. Son una herencia dejada por nuestros antepasados.

4. Han contribuido a la formación de un imaginario cultural que no puede ser ocultado, porque —entre otras cosas— ha aportado una peculiar lectura del mundo en sus diferentes periodos.

Pero esas lecturas deben llegar en la edad y el momento adecuados, pues la mayoría de los clásicos no son fáciles y su lectura requiere una cierta madurez de pensamiento y capacidad para el análisis




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